Su historia en Kimetsu no Yaiba está marcada por la pérdida, pero también por una ternura
que lo distingue de otros héroes. Es amable hasta con sus enemigos. Por eso, imaginarlo
como demonio no es solo una inversión de papeles: es la ruptura de algo sagrado.
Tanjiro Kamado como Demonio
Supongamos que Tanjiro, tras una batalla especialmente brutal, pierde el control. Su cuerpo,
herido de muerte, ya no resiste, y Muzan aprovecha el momento. Una gota de sangre
demoníaca.
Eso es todo lo que hace falta. Y el chico que una vez juró salvar a su hermana,
ahora empieza a sentir sed de algo más que justicia.
Si transformación
Pensar en Tanjiro como demonio no es solo imaginarlo con ojos carmesí y colmillos
afilados. Es cuestionar si su alma podría resistir desde el otro lado. Porque, a diferencia de
otros demonios, Tanjiro no fue impulsado por ambición o poder, sino por el amor a su
familia. Incluso como demonio, esa chispa humana en su interior sería difícil de extinguir. La
tragedia, sin embargo, sería que, al estar del lado equivocado, se convertiría en el blanco de
aquellos que alguna vez consideró aliados.
El primer cambio no sería físico. Sería silencioso. Tanjiro comenzaría a soñar con voces que
lo llaman desde la oscuridad. Recordaría a su familia, pero sus rostros estarían difusos,
como si los estuviera olvidando poco a poco. Y entonces, el hambre. La desesperación. La
confusión de no saber si lo que quiere es seguir luchando o rendirse de una vez. Esta sería
la parte más dolorosa: su alma humana, resistiéndose a la monstruosidad que crece dentro
de él.
Imagínalo. Su espada rota, sustituida por garras. Sus ojos, antes llenos de ternura, teñidos
de un rojo profundo, aunque aún capaces de llorar. Un demonio que conserva sus
recuerdos. Que siente culpa. Que no puede dejar de amar, pero tampoco de matar. Sería
una paradoja viviente, algo que ni los Hashira sabrían cómo enfrentar.
Sus amigos notarían el cambio
Nezuko lo notaría primero. Tal vez al tocar su mano, esta ya no transmita calor, sino un frío
inexplicable. Zenitsu lo vería de lejos, temblando como siempre, pero sabiendo que algo ya
no encaja. Inosuke, impulsivo, no dudaría en retarlo, sin saber que esa batalla podría
costarle más de lo que imagina.
Porque Tanjiro ya no está del todo en control. Y el Tanjiro
demonio, con su habilidad natural para dominar la Respiración del Sol, sería una amenaza
como ninguna otra.
Pero lo más inquietante de este escenario sería su mente. A diferencia de muchos
demonios que olvidan su pasado humano, Tanjiro lo recordaría. Y con ello, viviría
atormentado por la culpa. Lo veríamos vagar por la noche no solo como una amenaza, sino
como un alma rota, intentando aferrarse a retazos de humanidad.
Podria acabar con Muzan el solo
Incluso Muzan le temería. Porque haber creado a un demonio con corazón, voluntad y la
técnica de Yoriichi Tsugikuni sería como jugar con fuego. En un punto, Tanjiro podría
volverse contra su propio maestro oscuro.
Profundizando en esta versión demoníaca de tanjiro
Explorar estos escenarios nos ayuda a entender aún más la profundidad de Tanjiro como
personaje. Porque si incluso como demonio podemos imaginarlo luchando contra la
oscuridad en su interior, es porque su luz es más fuerte de lo que parece.
Y sin embargo, hay una belleza amarga en esa idea. Porque si hay alguien que podría tener un gramo de humanidad dentro de la maldición demoníaca, ese es Tanjiro. Puede que deambule por los bosques de noche, escondiéndose de cazadores y evitando humano
En el fondo, seguiría siendo él. No el Tanjiro que salva con su espada, sino el que lucha
contra su instinto. Y eso es lo que lo haría tan aterrador… y tan triste. Este giro no solo
alteraría la narrativa de Kimetsu no Yaiba, sino que la elevaría a una tragedia digna de
leyenda.
